Una carta a nuestro obispo Toni Vadell, que nos ha dejado hoy, 12 de febrero, a las 5.45h. Rezamos por él, su familia y por toda la diocesis de Barcelona.

Querido Toni,
Se me agolpan los recuerdos de tantas conversaciones, proyectos, viajes… Hablar contigo, estar contigo, trabajar contigo me llenaba el alma de Dios.
Todos estos meses de enfermedad he rezado millones de veces las palabras que dijiste en el funeral de tu padre: “Dios enjugará nuestras lágrimas, pero no nos ahorrará ninguna”. Ahora ya echo de menos explicarte lo que siento y esa respuesta tuya, alegre que empezaba con un: “em sembla molt interessant això que t’està dient el Senyor”.
Tengo guardado en el corazón aquel “lema episcopal” que comentamos en Inca: “ni carca, ni progre, només de Crist”. Porque aquel sacerdote mallorquín que llegó a Barcelona se ha ido llenando más y más del Señor ensanchando su corazón. Ese corazón donde todos nos hemos sentido tan queridos.
Me impresionó especialmente cuando este 7 de julio me pediste que te acompañara a una parroquia para dar una charla a unos jóvenes. Esa tarde te habían explicado con claridad el diagnóstico y cualquiera hubiera puesto una excusa para no ir. La charla, como siempre, entusiasta, cercana y alegre. Todos salimos con el alma encendida.
Tenemos que encontrar una respuesta a esta orfandad que ahora sentimos, aunque se me hace muy difícil de comprender. Intento dar gracias a Dios por todo el regalo de estos años.
Hoy Toni, deja que lo diga yo. Gràcies per tant Senyor Bisbe, gràcies per tant, amic meu.